Efectos de la reforma impositiva sobre el aluminio y el acero de los Estados Unidos de Norteamérica en la economía mundial


Hoy vamos a hablar un poco sobre uno de los temas del momento en cuanto a EEUU y la economía mundial: los efectos de los aranceles impuestos por Trump a las importaciones de acero y aluminio.

El 1ero de marzo del 2018 el presidente Trump anunció que impondría aranceles a las importaciones de aluminio y acero, sin dar a conocer cuáles países serían afectados; únicamente informó que los aranceles serían del 25% al acero importado y del 10% a las importaciones de aluminio y que estas se mantendrían en vigor por un largo periodo de tiempo. Dicho anuncio tuvo consecuencias inmediatas, pues sacudió los mercados financieros con preocupaciones sobre las posibles ramificaciones económicas de esta decisión.

Ese mismo día, las acciones cerraron con un fuerte descenso en Wall Street debido a las especulaciones acerca de una guerra comercial: el Dow Jones de Industriales bajó un 1.68%, el S&P 500 restó un 1.33% y el índice compuesto Nasdaq, en el que cotizan las principales empresas tecnológicas, descendió 1.27%, debilitados por las ventas en ese sector. Sin embargo, en medio de las bajas, las acciones de los fabricantes estadounidenses de aluminio y acero subieron drásticamente: los títulos de AK Steel Holding subieron casi un 12%, los de US Steel Corp. lo hicieron un 8% y los de Nucor un 3.6%. Al contrario, las acciones de empresas como Boeing (-3.33%), Ford Motor (-3.11%) y General Motors (-3.96%) cayeron, pues se prevé que esta medida aumente los costos de los fabricantes. Las acciones de productores asiáticos de acero como POSCO o Nippon Steel también cayeron.

El presidente Trump sostuvo que dichos aranceles tienen el objetivo de proteger a la industria estadounidense de la competencia desleal (política proteccionista), resguardar la propiedad intelectual y fortalecer la seguridad nacional, así como aumentar la producción estadounidense al 80% de su capacidad en ambas industrias. Las plantas siderúrgicas de Estados Unidos están funcionando al 73% de su capacidad y las plantas de aluminio al 48%. Trump debe tomar una decisión definitiva sobre el acero antes del 11 de abril y sobre el aluminio antes del 19 de abril. Sin embargo, esta decisión incrementaría las tensiones con China y otros socios comerciales y elevaría las posibilidades de que los consumidores y las compañías estadounidenses tengan que pagar precios más elevados.

Como era de esperarse, varios países comunicaron que habría represalias a tales medidas, entre ellos Canadá, el cual es la mayor fuente de importaciones de acero y aluminio para Estados Unidos, y la Unión Europea, que amenazó con imponer aranceles sobre el bourbon, la mantequilla de maní, los arándanos y el jugo de naranja producidos en los Estados Unidos. Esto con el objetivo de defender sus intereses comerciales. Incluso, los críticos temen que estos países también utilicen la seguridad nacional como pretexto para imponer sus propias sanciones comerciales.

El 8 de marzo el presidente Trump firmó formalmente la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio, de los que quedan exentos por el momento México y Canadá, sujeto a los resultados de la renegociación de TLCAN. Otros países exentos fueron Argentina, Corea del Sur y Brasil. El 16 de marzo el gobierno estadounidense anunció que estaría dispuesto a no imponer aranceles al acero europeo si la Unión Europea (UE) limita sus exportaciones al volumen alcanzado en 2017. Varias naciones de la UE, entre ellos Alemania, Italia, Polonia y los países bálticos, prefieren que se negocie con Estados Unidos en lugar de aplicar directamente contramedidas en esta disputa comercial. Es importante destacar que Alemania es el mayor exportador a nivel europeo. Cada uno de estos países tiene una importante relación en el campo de la seguridad con Estados Unidos; sin embargo, estas exenciones tienen vencimiento al 1ero de mayo. Posterior a esta decisión, la Unión Europea solicitó que dicha exención fuera permanente, no temporal.

El 23 de marzo, Trump firmó una orden para imponer tarifas a China de hasta US$60,000 millones anuales por supuestas afrentas a la propiedad intelectual estadounidense. Debido a esta decisión, Wall Street cerró con fuertes pérdidas. El índice Dow Jones Industriales cayó 2.93%, el S&P 500 cedió un 2.52% y el índice compuesto del mercado Nasdaq perdió un 2.43%, ante el temor de inversionistas a una escalada comercial entre China y Estados Unidos.

Por su pare el índice de volatilidad Vix, conocido como el "medidor del miedo", se disparó más de un 30% de cara al cierre ante los temores de una guerra comercial tras la imposición de aranceles a productos chinos, por un valor superior al previsto.

A manera de represalia, China anunció que está considerando imponer aranceles de hasta US$3,000 millones a las importaciones de algunos productos de Estados Unidos para compensar las pérdidas causadas por los aranceles impuestos sobre las importaciones de acero y aluminio de China, ya que considera que estas restricciones interfieren en el orden del comercio internacional.

En vista de los hechos anteriormente expuestos, los efectos que la reforma impositiva sobre el aluminio y el acero tendrían en la economía mundial abarcan los siguientes aspectos:
  • Las importaciones representan aproximadamente un tercio de los 100 millones de toneladas de acero usadas por las empresas estadounidenses cada año, por lo que los productos que utilizan este material aumentarían de precio en suelo norteamericano (debido al aumento de los costos) y los productores se verían obligados a limitarse al uso de productos nacionales, el cual es uno de los fines de esta imposición 
  • La aplicación de aranceles a estos materiales amenaza o destruye la competitividad de los fabricantes de automóviles estadounidenses, quienes requieren una gran cantidad de componentes que vienen de otros países. 
  • Tanto el acero como el aluminio son materia prima elemental para la producción de aviones, autos y electrodomésticos hechos en Estados Unidos. La industria de la construcción, petróleo y servicios también emplea esos metales para vigas, tuberías, cables y hasta latas para alimentos y bebidas. Por esta razón, y como se ha expresado en líneas anteriores, los mercados financieros de estos productos caerían drásticamente. Sobre todo, se vería afectado el Índice Dow Jones Industriales, principal indicador de Wall Street.
  •  Estados Unidos es el principal importador mundial, por lo que esta medida acarrearía posibles déficits en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos de los países que exportan aluminio y acero a USA.
  • Aumento del desempleo en los países exportadores de estos metales a USA (en cantidades significativas), producto de la disminución en la demanda y, por consiguiente, de la producción.
  • El tipo de cambio (en relación al dólar) de los países con relaciones comerciales importantes con Estados Unidos, podría enfrentar presiones al alza, lo que desembocaría en depreciación de las monedas de dichos países.
  •  Estos aranceles podrían afectar de manera adversa los sistemas comerciales multilaterales. El escenario mundial actual en torno a este tema vislumbra una posible guerra comercial entre Estados Unidos y China, lo que acarrearía una serie de retaliaciones comerciales entre ambos países, aun cuando los aranceles punitivos contradicen las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
  • El embajador chino en EE.UU. ha avanzado que el gigante asiático no descarta la posibilidad de reducir las compras de Bonos del Tesoro estadounidenses. China es actualmente el mayor acreedor extranjero de Estados Unidos, al controlar una quinta parte su deuda pública en manos extranjeras (Foreign Debt) por un valor de US$1.17 trillones, por lo que las represalias podrían también estar encaminadas a afectar la economía estadounidense en este sentido.
  • En caso de que la Unión Europea y Estados Unidos no lleguen a un acuerdo definitivo, la Comisión Europea podría emprender contramedidas y aumentar el impuesto a las importaciones norteamericanas para compensar las pérdidas ocasionadas por los aranceles de Trump.
  • Los fabricantes estadounidenses de aluminio y acero esperan que los aranceles que están siendo considerados por la administración Trump aceleren la demanda de sus productos, pero los aranceles y cuotas también podrían perjudicar al sector manufacturero de Estados Unidos que se ha vuelto dependiente del metal importado, sin ayudar a los operadores de aluminio a superar grandes obstáculos a la producción nacional.

En medio de esta situación, es importante analizar lo que nos ha enseñado la historia al respecto. Específicamente en lo que se refiere a la promulgación de la Ley Smoot-Hawley en 1930, la cual impuso una serie de aranceles a la producción extranjera y que desencadenó una sucesión de medidas de respuesta proteccionista en Europa; como consecuencia, se elevaron abruptamente los aranceles sobre más de veinte mil bienes producidos en el extranjero y exportados a los Estados Unidos. Esta Ley no causó la Gran Depresión, pero sí la acentuó y sin lugar a duda fue el primero de una serie de dominós que cayeron y embistieron en contra del comercio mundial. Evidentemente, La Economía Mundial no es la misma ahora que en ese entonces, pero esto algo que podemos aprender de la historia. ¿Estamos acaso experimentando un caso similar con la imposición de aranceles al aluminio y acero por parte de USA? ¿Representan estos aranceles un retroceso en la economía mundial en cuanto al comercio multilateral?

Trump está ignorando a la Organización Mundial del Comercio porque la desestima como parcial en contra de los Estados Unidos. Esa es una de las razones por las que es importante no descartar la historia o la posibilidad de mayores repercusiones. El resto del mundo podría interpretar las tarifas de Trump como una señal de que Estados Unidos se está retirando del liderazgo en el comercio y, de hecho, se está alejando de un compromiso básico de cumplir con las reglas que las administraciones estadounidenses anteriores hicieron tanto por crear. A largo plazo, como lo señala The Economist en su último número, tal percepción podría incitar a otros países a reaccionar de la misma manera, socavando así todo el sistema, como lo hizo la Ley Smoot-Hawley en los años treinta.

Según el primer ministro de Alemania, Armin Laschet, esta política pone en peligro la economía mundial en su conjunto y sus daños se van a sentir a mediano plazo. El tema es tan complejo y las dimensiones del comercio de bienes a través del Atlántico tan grandes que afectaría el negocio de todos los participantes.

Comentarios

Entradas populares